domingo

Tolerancia e intolerancia ¿ambos?



En la vida de Jesucristo encontramos varios ejemplos que aclaran la postura bíblica acerca de la tolerancia. Como cristianos asumimos que Cristo es nuestro mejor ejemplo, entonces deberíamos imitarle en todo, incluso en su manera de exhibir la tolerancia o la intolerancia.

En primer lugar, vemos un acontecimiento extraordinario en Juan 2:13-16.  El texto dice:“Estaba cerca la pascua de los judíos; y subió Jesús a Jerusalén, y halló en el templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas allí sentados.  Y haciendo un azote de cuerda, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes; y esparció las monedas de los cambistas, y volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas: Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado”. Aquí, Cristo no toleraba la profanación del templo, y los criticó por haberlo hecho.

En segundo lugar, Cristo no toleraba las enseñanzas falsas de los fariseos en Mateo 15:9, y 12-14.  Dijo: “Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres. Entonces acercándose sus discípulos, le dijeron: ¿Sabes que los fariseos se ofendieron cuando oyeron esta palabra?  Pero respondiendo él, dijo: Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada.  Dejadlos; son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo”.  ¿Podemos decir que Cristo toleraba a los fariseos y sus ideas falsas?  La respuesta es obvia.

En tercer lugar, Cristo reclamó que hay sólo un camino para el cielo. En Juan 14:6 declaró: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”.  Dijo en Mateo 7:13,14: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”.  ¿Hasta qué punto fue tolerante Cristo?  Bueno, hasta el punto de explicar que existe solamente un camino…

En cuarto lugar, Cristo edificó sólo una iglesia. Dijo a Simón Pedro en Mateo 16:18: “…Sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del hades no prevalecerán contra ella”. Mencionó “mi iglesia” –singular- no “mis iglesias” -plural. Efesios 1:22,23 explica que la iglesia es el cuerpo de Cristo, y Efesios 4:4 añade que hay “un cuerpo”.  Por ende, hay una iglesia. Cristo no pudo haber sido más intolerante que esto de aceptar solamente una iglesia.

En quinto lugar, los apóstoles de Cristo, que fueron guiados por el Espíritu Santo enviado por Cristo y de Cristo (Juan 14:26; 16:13), especificaron que la salvación se encuentra solamente en Cristo.  Pedro dijo en Hechos 4:12: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”.  2 Juan 9 agrega: “Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo”.  En un sentido, esa postura no parece ser muy «tolerante» en nuestro mundo del pluralismo y el relativismo.  Sin embargo, no debemos de tolerar tampoco participar “en las obras infructuosas de las tinieblas, sino reprenderlas”. (Efesios 5:12).

Hemos visto que desde el punto de vista doctrinal (o sea en el nivel intelectual e ideológico), no debemos ser tolerantes de aquello que intenta ir contra el mensaje y la verdad de Cristo. No obstante, considerado desde el punto de vista social y político, la tolerancia es un valor cristiano.  En ese sentido, es “el pleno respeto para la Libertad ajena” como escribió cierto pensador: "Yo respeto el derecho social y político de mi prójimo de no estar de acuerdo conmigo".

Es que, la verdad no tiene nada que temer de esa clase de libertad de conciencia. Por tanto, aquellos que tienen la verdad no tienen que emplear los medios injustos para oponerse a sus rivales, tales como interferir intencionalmente las ondas radiales, o prohibir la conexión con internet por temor de lo que algunos pueden aprender, o quemar los tratados y libros que apoyan su pensamiento, o como expulsar con fuerza a aquellos voceros de otros puntos de vista que no estén de acuerdo con los de ellos.

Aquellos que utilizan este tipo de medios ya saben que no pueden “jugar limpiamente” con las reglas. Se dan cuenta que no tienen razón, y que sus creencias no pueden ganar en el campo nivelado y honorable del diálogo público. Por eso, tienen que recurrir a los únicos medios que pueden utilizar para mantener sus creencias falsas: la fuerza y la intolerancia política y social.                         

En cambio, el Señor Jesucristo dijo que tenemos que amar y hacer bien aún para con nuestros enemigos (Mateo 5:44). Tenemos que estar en paz con todos los hombres como sea posible (Romanos 12:18). Hay que practicar la regla de oro de Mateo 7:12 y hacer con los hombres lo que queremos que ellos hagan con nosotros. El cristianismo es una religión muy tolerante, porque no enseña el uso de la fuerza y la violencia para difundir o defender el evangelio (Juan 18:36). No se nos llama a usar los “medios sucios” para oponernos al error. 

Pablo nos exhorta en Efesios 4:14-15: “para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor…”  Por eso, en el modo social y político, tenemos que sufrir con paciencia las actitudes de otros que todavía no han descubierto la verdad sino que están buscándola, como nosotros la hemos buscado en nuestras vidas.

Entonces, el cristiano debe de ser ambos, tolerante e intolerante: tolerante del derecho político y social de la libertad de conciencia de cada uno, e intolerante intelectualmente de cualquier idea que se opone a la verdad (Juan 8:32), tan intolerante para creer y obedecer sólo al único evangelio (Marcos 16:16; 1 Pedro 4:17) en fin, tan intolerante para defender la verdad a pesar de toda oposición y persecución (2 Timoteo 3:12). 

¡Qué irónico, que muchos son muy intolerantes social y políticamente de nuestra así llamada “intolerancia intelectual” por defender el derecho de la tolerancia social y política aún para ellos! Pero, ¿de que tendría que temer la verdad?